Y como no hubo quién reconociera los huesos, metió la mano en los bolsillos del pedazo de short. Había unas llaves que, vistas al sol, parecían la boca de una babilla. Hay que encontrar la casa que abren, dijo.
Y como no hubo quién reconociera los huesos, metió la mano en los bolsillos del pedazo de short. Había unas llaves que, vistas al sol, parecían la boca de una babilla. Hay que encontrar la casa que abren, dijo.